Abril 10, 2005
Não deixes que a verdade estrague o teu post
Miguel Marujo
Daniel "Barnabé" Oliveira voltou a insistir no encontro do Papa com Pinochet - mas "omitiu" ao melhor estilo outras imagens. E só mostrou a fotografia, esquecendo-se das palavras. Para ele, para os outros, deixo esta breve memória da suas palavras nas passagens pela América Latina, de Ignacio Badal, da agência Reuters (a partir de Santiago do Chile):
«DEMOCRATA, AUNQUE ANTICOMUNISTA
La curia no es dada a admitir el trabajo subterráneo del Papa por la restauración de la democracia en América Latina, una región golpeada por dictaduras de izquierda y derecha que han azotado estas naciones durante buena parte de su pontificado.
Sin embargo, las palabras que usó Juan Pablo II en el mismo territorio de estos hombres fuertes daba cuenta de que su interés por el retorno a la libertad no se quedaba sólo en discursos.
"(El Papa) manifestó, con signos impresionantes y palabras de comprensión y apoyo, su cercanía a los más afligidos y exhortó a recuperar los valores de la democracia y a construir en base a la justicia y el respeto a los derechos de todos," dijo Errázuriz en su alocución al Celam.
Conocedores del Papa, como un ex médico personal y un biógrafo, citados por un historiador chileno, aseguran que un encuentro personal con Augusto Pinochet en su visita a Chile de 1987, Juan Pablo II lo instó a un pronto regreso a la democracia. Al año siguiente se sometió al plebiscito que lo sacó del poder.
Otro ejemplo ocurrió en Argentina, donde impulsó una rápida transición a la democracia con su visita en pleno conflicto de las Malvinas, cuando la derrota era clara.
Un mensaje similar llevó a Paraguay en 1988, un año antes que cayera el dictador Alfredo Stroessner a manos de otro golpe militar que paulatinamente reencaminó el país a la democracia.
A Uruguay llegó a respaldar la naciente democracia en 1987, aunque también perseguía otro fin: reimpulsar a una debilitada iglesia católica en un país de fuerte carga agnóstica.
Mal le fue, en todo caso, con sus gestiones contra los gobiernos izquierdistas, pese a su anticomunismo militante que evidenció en sus recientes memorias publicadas en Roma.
Nicaragua fue un ejemplo. Juan Pablo II llegó en 1983 con un discurso que atacaba directamente al gobierno sandinista de Daniel Ortega, que había derrocado al dictador derechista Anastasio Somoza.
"Intentó desestabilizar la revolución," opinó el ex ministro sandinista y sacerdote Ernesto Cardenal.
No obstante, Ortega se mantuvo en el poder en medio de la guerra civil tras ganar, un año después, los comicios presidenciales.
Y Cuba es aún una asignatura pendiente para el Papa. A pesar de su visita histórica en 1998, que al menos logró una pequeña apertura para la expresión religiosa de los católicos cubanos, no logró su objetivo principal, que era convencer al presidente de la isla caribeña de gobierno comunista, Fidel Castro, de democratizar su país.» [os sublinhados são nossos]